viernes, 21 de enero de 2011

LECTURA 3




Manuel Sacristán: “¿Qué es una concepción del mundo?”, introduciendo a  F.Engles en el Antidüring.

¿Qué es una concepción del mundo?

Son la serie de principios que dan razón a la conducta de un sujeto, aunque éste no se lo formule de forma explicita. La mayor parte de la consciencia de la vida cotidiana se desarrolla a través de principios o creencias muchas veces implícitas, “inconscientes” en el sujeto.
 Estos principios o creencias inspiradores de la conducta cotidiana, se hallan explicitos en la cultura de la sociedad en que vive. Pues la cultura contiene una especie de código regulador de la conducta, así como una seria de proclamaciones que otorgan definiciones a la naturaleza, el mundo físico y la vida. De este modo, teoría y práctica se halla relacionadas bajo todo un sistema de juicios de valor.

No obstante el  que existe una formulación explicita de estas afirmaciones sobre la concepción del mundo, no nos asegura un verdadero conocimiento de la realidad, ni siquiera de la concepción del mundo que opera en dicha sociedad, ya que muchas veces dichas afirmaciones provienen de una superestructura(en el sentido marxista del término) que crea este tipo de afirmaciones bajo un interés ideológico.

 La diferencias entre la concepción del mundo y la ciencia positiva son claras. Mientras que las concepciones del mundo dan lugar a credos religiosos o sistemas filosóficos, la ciencia positiva busca mecanismos que aporten visiones objetivas de la realidad. Esto ha hecho que los sistemas filosóficos al verse desplazados por la ciencia se refugien en supuestas verdades superiores a las de la ciencia.
Sin embargo, estas pretensiones fracasan a mediados del siglo XIX, con la disgregación del sistema filosófico de Hegel, el más ambicioso de la historia. Esto se debe a que el conocimiento científico busca ir más allá y desarrollar mecanismos que permitan encontrar previsiones exactas a costa de construir y manejar conceptos artificiales. Además, este conocimiento se caracteriza por su intersubjetividad (que todas las personas adecuadamente preparadas entienden su formulación del mismo modo). Las tesis de la vieja filosofía sistemática carecen de estas dos características. 

El que las concepciones del mundo carezcan de estas dos características del conocimiento positivo se debe a que la concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsación empíricas y la argumentación analítica. Pero el hecho de que estos dos tipos de conocimiento se diferencien en estos rasgos, no implica que no puedan sostenerse o apoyarse mutuamente, ya que se encuentran en relación, así: Una concepción del mundo que tome a la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente por delante (intentará construirse de acuerdo con la marcha y los resultados de la investigación positiva) y por detrás (como visión general de la realidad, la concepción del mundo inspira o motiva la investigación positiva misma) de la investigación positiva. Según el programa positivista, es importante darse cuenta de que cuando la ciencia se mece en la ilusión de no tener nada que ver con ninguna concepción del mundo, el científico corre el riesgo de someterse inconscientemente a la concepción del mundo vigente en su sociedad. Es por ello, que es necesario tener en cuenta dicha relación para poder comprender con claridad la distinción entre conocimiento positivo y concepción del mundo.

-La concepción marxista del mundo:

La concepción marxista del mundo, es decir aquella que se caracteriza por el materialismo y la visión dialéctica, está movida por la aspiración de liberar la consciencia, que se encuentra desfigurada por la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. Por eso la concepción marxista, es una concepción del mundo explícita.
  La liberación de la consciencia presupone la liberación de la práctica. Es decir, tiene que sostenerse y actuarse sobre las ciencias reales, pues el nuevo materialismo no es una filosofía, sino una nueva concepción del mundo. Supone  una concepción de la filosofía no como un sistema superior a la ciencia, sino como una parte del pensamiento científico. La concepción del mundo materialista no quiere más que explicar la motivación de la ciencia misma. Esta motivación puede llamarse “inmanentismo”: el principio de que la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos, en el mundo, y no en instancias ajenas o superiores al mundo.

Este materialismo es un de los aspectos en los que se basa la concepción marxista del mundo. El otro es el principio de la dialéctica. Este no se inspira en el hacer científico-positivo sino en las limitaciones del mismo.

La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva. Con la que la eliminación de factores irracionales en la explicación del mundo procede a través de una reducción analítica de las formaciones complejas hacia formas menos complejas y más homogéneas cualitativamente, con tendencia a una reducción tan extrema que el aspecto cualitativo pierda toda relevancia.

El análisis reductivo practicado por la ciencia tiende a limitarse en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas o al menos, materialmente vacías, formales. Obviando conceptos con centenido cualitativo. Éste análisis tiene éxito por dos cuestiones: Por un lado, permite penetrar muy material y eficazmente en la realidad, porque posibilita el planteamiento de preguntas muy exactas; y Por otro lado posibilita la creación de conceptos más adecuados, aunque sea simplemente por la destrucción de viejos conceptos inadecuados.

Pero con ese tipo de conocimiento se pierde una parte de lo concreto, precisamente la parte decisiva para la individualización de los objetos. Y aunque suministra todos los elementos de confianza para una comprensión racional de los mismos, no otorga su totalidad, su consistencia concreta. Y es aquí donde entra en juego la dialéctica, pues el ámbito de relevancia del pensamiento dialéctico es precisamente el de las totalidades concretas.
Así pues, la pretensión de la dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis analítico-reductivo

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